viernes

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Terriblemente desolada, con las ganas por el piso, con la sensación inmunda de tener tierra en el corazón, barro en los dientes, basura en el estomago, con la cabeza tan baja que recoge el asqueroso olor del piso, de la mierda de perro, del costal del gamín. Con los ojos tan caídos que desaparecen entre pliegues de piel asquerosa y se pegan de lagrimas y angustia. Con los pies tan cansados que se arrastran por el miserable pavimento, con las piernas tan destrozadas que dejan su mancha de sangre, en un camino de angustias que destrozan el corazón, lo desmenuzan y sale por las piernas, suda hasta sus tobillos y salpica en el asfalto. Con el alma destrozada, las ilusiones rasgadas, la cabeza partida, las rodillas sin fuerza, y las ganas de matar más grandes del mundo, Carmen llegó a mis brazos vuelta hilachas de mujer.

1 comentario:

Narrativas II dijo...

Es tan desolador como empiezas, pero es tu comienzo, recuérdame prestarte un cuento que habla de una mujer a la que le ha sucedido lo mismo. Pregunta, volvéremos en algún momento a ver al personaje como era, o al menos estará en un recuerdo?